Tal vez sea que estamos moviéndonos entre esos últimos días del año e inicio de 2015 y el inicio de 2016, pero lo cierto es que no dejo de recordar ciertos
hechos que se repiten en la historia reciente de los míos. Quizás sea por
aquello de escuchar “no somos…” ante el peligro inminente del comunismo a las
puertas de una Europa que le menosprecia. Ante el conocimiento del Narcoestado
que “reina” en Latino América y que también, de a poco en la Península, a
través del dominio de feudos importantes, Madrid, Barcelona, Valencia, La
Coruña, con una amenaza de expansión, sin importar el precio para alcanzar el
tan ansiado poder.
No puedo evitar recordar cuando mi suegra planificaba viajar
a Cuba, desde la Venezuela democrática, y le ayudábamos a hacer las maletas.
Recogía de casa la ropa poco usada y que con toda certeza era muchísimo más
necesaria a la familia quienes vivían con serios problemas de abastecimiento de
todo tipo. Así que las maletas eran por decir menos, variopintas. Estaban
cargadas de medicamentos, desde los más sencillos a los más específicos.
Adicionalmente jabones, champú, cremas, tintes, hasta esos regalitos especiales
que iba comprando mi suegra, casi que personalizados y que guardaba con recelo.
Cuando partía a su Cuba natal, debía ingresar por normativa
de aquel entonces, y hablo de tan solo
unos 20 años, con el pasaporte cubano en rigor. Imposible hacerlo con el
venezolano, aunque lo tenía. Al entrar, en la aduana podía ser requisada, sus
maletas revisadas y podían desde dejarle pasar sin más hasta quitarle todo,
incluso tenerla retenida varias horas, como ocurrió en alguna ocasión. Por lo
que hasta no tener noticias de ella, teníamos el alma en un puño, en una
angustia silenciosa. Saber que estaba disfrutando con su familia, nos daba una
gran alegría, más el pensar que había podido entregar esos presentes tan
preciados para ellos, y que tendría unos días llenándose de esa energía que solo
se obtiene desde y con la gente querida.
En mi memoria guardo otros recuerdos relacionados con la
Isla, como el de una amiga que fue a un curso y al ver la necesidad de la
población, de no tener ni jabón de ducha, dejaba la maleta entera al personal
del hotel y volvía con una mochila con apenas lo necesario, con los recuerdos
de las caras sonrientes entre miradas llenas de tristeza. También tengo
presente tantas y tantas personas que planificaban en silencio su partida de Cuba.
Esa gran suerte de “cárcel” en pleno Caribe. Si sus planes eran detectados
quedaban sin trabajo y a merced del régimen castrista que podía llevarlos a la
cárcel, por traición, en el mejor de los casos, o hacerlos desaparecer, sin más.
No puedo olvidar a los presos de conciencia. Quienes por disentir,
por querer un país distinto están bajo las rejas de prisiones donde los
derechos humanos son mucho más que letra muerta. Las celdas de castigo tienen
las dimensiones de una persona en posición fetal, con una tubería que gotea un
agua de color impreciso. Aislados de todo, de la luz, de las voces, del mundo,
de la vida. Como la Isla, sumida en la miseria. Y todo ello a pesar que
actualmente, y con la venia del mismo Obama que permite las bombas atómicas a
Irán, se ha
reabierto la embajada en La Habana, sin exigir cambio alguno en la política
represora del régimen Castrista.
En 1998 un golpista venezolano, Hugo Chávez, quien había
recorrido el país financiado por ilusos y esa Cuba castrista, tenía la
posibilidad cierta de llegar al poder de uno de los países más ricos en
reservas minerales del mundo. E hizo un pacto con los viejos dictadores, los
Castro, entregando en bandeja a nuestra patria. Lo que ya había mencionado
previamente en su discurso en la Universidad de La Habana en
1994, dos años después de su fallido golpe.
De forma incontestable ganó las elecciones, y tomó el poder
como Presidente de Venezuela en 1999. Después de rodearse de personas de pro,
fue progresivamente sustituyéndoles por militares quienes habían actuado en los
golpes de 1992 y por comunistas, salidos de las guerrillas financiadas desde La
Habana en los años 60’s o sus descendientes.
Eliminó la producción de un país en 15 años. Acabó con toda
una generación haciéndola dependientes de un Estado todo-protector. Creó las llamadas
“misiones” dirigidas directa e indirectamente por los cubanos, a través de las
cuales daba “al pueblo” desde una supuesta “sanidad gratuita” (dinamitando
el sistema de salud y los ambulatorios desde dentro), anteponiendo supuestos
médicos cubanos a los egresados de las universidades venezolanas, médicos que
no lo eran, pero sí adoctrinadores del “sistema”. También implantó las misiones
Sucre y Ribas para instruir, supuestamente, y obtener en tiempo record, menos
de un año el bachillerato, aunque apenas hubiesen alcanzado algunos grados de
la Primaria. Adicionalmente, creó la Universidad Bolivariana de Venezuela,
donde se dictan carreras con nombres rimbombantes y sin empleo seguro, pero
vamos, “mi hijo fue a la universidad gracias a Chávez”. No podríamos olvidar
las misiones que dan sueldos a amas de casa, sin haber cotizado nunca a la
seguridad social, presos, o por
cualquier motivo, becas sin mérito alguno y ordenadores llamados canaimitas.
Especial mención tiene el haber financiado a manos llenas
los candidatos en diferentes países del continente americano, a fin que “asaltaran
el cielo” (¿os suena?), desde México (con
López Obrador), a gobiernos como el de los Kirchner, Morales, Correa u
Ortega, desde dinero directo a sus cuentas, o en aquellos maletines
que todos recordamos, o fundando hospitales y colegios, mientras en
Venezuela se van cayendo a pedazos y no tienen ni jeringas o bisturí, menos aún
medicamentos básicos o especializados. Los
petrodólares han pagado bien y a tiempo, cuando el barril se encontraba a más
de $100, y mantenían al mundo en un escandaloso silencio cómplice. Aunque la
crisis, la inexistencia de un aparato productivo destruido por el chavismo, ha
llegado ahora a su punto máximo (pero todo siempre puede ser peor), cuando ese barril apenas alcanza los $30, no nos
engañemos, este sistema se ha gestado e implantado hace más de 17 años. Es decir, muchos
atribuyen el descalabro de la economía venezolana al desgobierno de Nicolás
Maduro, pero olvidan que todo ha sido una consecuencia de miles de medidas
tomadas durante el mandato de Chávez, quien desmontó el sistema productivo
venezolano.
¿Pero en qué se sustenta un régimen que tiene absolutamente
desabastecido a un país entero? En el llamado Poder Popular. Y no es que “el
pueblo” se instruya para así aprender a controlar a quienes son nombrados
gobernantes. No. Se les dan cuotas de poder a grupos “organizados” y armados, para
ir controlando desde abajo a la población. Me explico:
Si estás en la aduana del Aeropuerto Internacional de
Maiquetía, puedes controlar a quien entra y sale, lo que lleva, y por supuesto a quienes
lo llevan. Al estar todo sistematizado, y bajo listas (¿recuerdan la Lista
Tascón?), el régimen Castro-Chavista tiene el control, conoce los movimientos de
casi cada uno de los venezolanos. Así que si Usted desea salir del país, así
sea por placer, entre conseguir las divisas, absolutamente controladas por el
gobierno, pues está prohibido y penalizado su venta, y el atravesar la especie
de “muralla humana” que son los militares de bajo rango pero con poder en la
aduana, hay un duro y complicado trecho. En el mismo, pueden pasarte por
máquinas de RayosX para supuestamente detectar contrabando, o “mulas”, requisarte
y en ello llevarte la dignidad, o la obligación de colocarte enemas (pueden ser
varios por persona), con lo que la violación está más que patentada. Mención aparte
está el revisar el dinero que llevas, que te lo pueden quitar (robar), o el que
traes, sin olvidar los artículos que puedes, al entrar al país y con el desabastecimiento
existente, llevar a los tuyos, desde medicinas hasta artículos de higiene
personal. En teoría debes declarar todo lo que ingresas a Venezuela, lo que
puede ser un arma de doble filo, y en consecuencia, lo que puedas llevar (o
enviar) no llegar nunca.
Otro caso es el de las puertas de entrada y salida de los supermercados,
está un personal destinado en cada punto por el régimen, a fin de controlar que
quien compre artículos de la cesta básica (o los de la lista que así ellos han
determinado), correspondan a los del día, es decir lunes quienes su número de
documento de identidad terminan en 1 y 2, martes 3 y 4, y así sucesivamente. Y no
contentos con ello, chequean al salir lo que has comprado, pudiendo requisarlo.
Esas son algunas de las cuotas del poder “otorgadas” al “Poder
Popular”, ejercidas por muchos, quienes mantienen el sistema y son los que
verdaderamente “mandan” en un país sin ley.
Hoy, en España, se
habla en términos similares a los mencionados previamente por Hugo Chávez, desde
1998, referéndum revocatorio, fondo
de emergencia social (y la ley de igual nombre), sueldo para todos… y peor, esos
grupos “antisistema” apoyan sin miramientos a quienes están a favor con acabar
con el país desde la secesión. Para lo que recurren, entre otras medidas, a creando
una historia propia, ajustada a sus conveniencias, no tenemos más que irnos
a la lógica polémica suscitada por el cambio de los nombres de las calles de
Madrid.
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