miércoles, 20 de julio de 2016

60 por minuto



Frontera Colombo-Venezolana
Julio 2016
En la última semana, tanto los medios de comunicación como las redes sociales han estado llenas de imágenes de venezolanos cruzando los puentes Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, que dividen la frontera Colombo-Venezolana.

Se estima que por día han pasado unas 30,000 persona en la búsqueda de víveres, alimentos básicos y medicinas. Se dice también que un 15% de ellos no ha vuelto a una Venezuela, un país que vive su momento más aciago en toda su historia republicana.
Entretanto, hasta hace muy poco, de este lado del Atlántico luego de una campaña electoral poco ortodoxa, los españoles se preguntaban hasta cuándo Venezuela era un tema que llenaba las noticias y no tanto el día a día de lo que ocurre a sus ciudadanos. Luego de ello, no entienden cómo de un plumazo ha desaparecido de la boca de los políticos. Y es que Venezuela pareciera un tema fuera de lugar para el incrédulo, o quien desconoce parte de la historia ha unido a los dos países.

Aparte del financiamiento que han recibido quienes ahora forman parte de Podemos a través de CEPS, lo que ha sido probado hasta por el Parlamento Venezolano, antes Congreso de la República y ahora Asamblea Nacional (AN). La relación entre ambos países existe no sólo por el Descubrimiento y la Conquista, sino que hay hechos mucho más cercanos. Desde mediados del siglo XX y por unas tres décadas, Venezuela fue el destino para más de 1,000,000 de españoles que le tomaron como segundo hogar, sirvió refugio para ellos y soporte para quienes vivían en una España recién salida de la postguerra y en plena dictadura franquista. Así pues, en ese país sumido ahora en desabastecimiento y miseria, hay mucho más que los 200,000 connacionales que ha mencionado el Gobierno en funciones. Unos españoles que en un momento determinado podrían solicitar “asilo” en su propio país.

Los cierto es que durante 17 años de CastroChavismo, el sistema productivo y empresarial fue acabado a través de la llamada expropiación, que realmente fue confiscación y robo de los bienes privados (incluyendo los de esos hispanovenezolanos). Destruyendo una red que en algunos rubros cubría las demandas del venezolano, en otros una parte de ellas y algunas eran objeto de exportación.

Adicionalmente, en un hecho sin precedentes para la vida de Colombia y Venezuela, la frontera fue cerrada durante 11 meses. A inicios julio, después de la actuación de más de 500 mujeres contra la Guardia Nacional en el Puente Simón Bolívar, la frontera fue reabierta, para asombro de muchos y beneficio de pocos. Pero, esas más de 150,000 personas que han logrado llegar a territorio colombiano a la fecha de hoy ¿Cuánto han tenido que ahorrar para ello? ¿Cuánto tiempo les puede durar el litro de aceite, el paquete de papel sanitario, el kilo de arroz o las galletas para los hijos? ¿Quién  o quienes se benefician de todo cuanto ocurre? ¿Por qué se permite ahora este paso?
Si pensamos fríamente e intentamos responder estas y otras muchas preguntas podríamos toparnos con una realidad terrible.

Mientras tanto, muchos en la Venezuela de la Revolución “bonita” mueren en las colas buscando medicamentos para sus enfermedades crónicas, como hipertensión diabetes, hipotiroidismo, o hasta cáncer, pasando a ser parte de una fatídica estadística, que nadie toma en cuenta. Otros fallecen en manos del hampa, estimándose unos 28,000 al año. Porque para el venezolano común nada ha cambiado, y todo, aunque parezca imposible va a peor.

Volvemos a las preguntas, y me quedo con las dos últimas. Y es que para los ojos de esta exiliada, pareciera una jugada propia de los maestros del ajedrez, cuyo tablero se sostiene desde la Isla de la felicidad y mueven los hilos de una “paz sin paz” que se acuerda en La Habana, callando las voces de los venezolanos, muchos ahora preocupados por llegar a la frontera, para pasar a formar parte de esas 60 personas por minuto que ingresan al Norte de Santander. Todo va ocurriendo bajo la atenta mirada de las FARC, quienes controlan amplios territorios en Colombia y Venezuela, con pactos conocidos con el CastroChavismo.

En la medida que busco respuesta a mis preguntas, otras dudas me van asaltando en el camino.  Si no es permitido el uso del bolívar fuera de las fronteras de Venezuela, por el control de cambio instaurado por Chávez en 2003 ¿Quién permite el “cambio bolívar-peso”?, ¿Cómo se gestiona ese cambio y quién lo administra?

Y es que lo que voy narrando no forma parte del “realismo mágico” iniciado en los libros de Arturo Úslar Pietri. Para quienes están lejos del día a día del venezolano, puede que todo esto parezca un mundo kafkiano, que lo es. Pero aparte de ello, debemos remontarnos días atrás, cuando Shannon, representante de Obama, y Rodríguez Zapatero, como delegado de la Unión Europea (recuérdese), se reunieron con Raúl Castro y se delega en el General Vladimir Padrino solucionar el “problema del desabastecimiento” en Venezuela. Padrino pasa a ser el poder tras un Maduro, quien es poco más que una marioneta en Miraflores (nombrado por Chávez y los Castro como sucesor del primero). Entonces es aquí cuando la “revolución” muestra una cara más amable en plenas horas bajas, reabre las fronteras, dialoga con la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y la AN, desde diciembre en manos de la oposición. Digamos, como si se iniciara una transición sin transición, porque seguirán gobernando los Castro, esta vez con la venia de USA y la UE, los mismos de la paz sin paz en Colombia.

Pero que no se nos olviden las imágenes de los hospitales sin insumos, los anaqueles sin víveres, las farmacias sin medicinas, o la de miles de venezolanos cruzando la frontera.
En esta ocasión la movida es de un caballo. La siguiente, ¿tocará un peón?











sábado, 16 de julio de 2016

autogolpe



Estábamos en el llamado “paro petrolero”, en una Venezuela que dista en mucho de la actual, pero que ya pintaba maneras de ese régimen Castro-Chavista que le gobierna desde entonces.

Hugo Chávez, quien había llegado al poder con promesas de respeto a la empresa privada, reducir el Estado, leyes más justas, educación, salud y justicia para todos, constituyente con constitución renovada y referéndum revocatorio incluido, entre otras cosas, decidió atacar con francotiradores a una marcha multitudinaria que se dirigía a Miraflores. Se desconoce con exactitud el número de muertos y heridos, de personas que portaban una bandera y consignas como “armas de guerra”. Recuerdo que paralelamente a la marcha, Chávez mantenía una “cadena” nacional, la que debía ser transmitida obligatoriamente por todos los medios de comunicación. Ante los graves hechos que iban sucediéndose en la marcha, las televisoras privadas decidieron “partir” la pantalla, así que mientras Hugo Chávez amenazaba a los opositores, transmitían el horror que se había convertido un trayecto de pocos kilómetros al Palacio Presidencial. Un presidente que se había quitado la careta y actuaba como un dictador de cara a los venezolanos.

Ante lo ocurrido, un grupo de militares se alzaron en defensa de los derechos del pueblo venezolano, dieron un “golpe de Estado”, nombraron una junta mientras Chávez, preso por delitos probados, firmaba una carta de renuncia. También recuerdo al General Lucas Rincón, jefe del Alto Mando Militar, dirigiéndose al “pueblo venezolano”, con estas palabras:
“Los miembros del Alto Mando Militar de las FFAA deplora los lamentables acontecimientos sucedidos en la ciudad capital en el día de ayer, ante tales hechos, se le solicitó al Sr. Presidente de la República la renuncia de su cargo, la cual aceptó. Los miembros del Alto Mando Militar ponemos nuestros cargos a la orden, que entregaremos a los oficiales que sean designados por las nuevas autoridades”. 

Fueron pocos días plenos de histeria, desazón, desconcierto, en pocas horas volvió Chávez de la misma mano de ese mando militar y del que era Fiscal General de la República, Isaías Rodríguez, quien fue vicepresidente de la República, embajador en España y ahora embajador en Italia, entre otros cargos.
Días más tarde, muchos politólogos, y quienes no lo somos, hablábamos de autogolpe. Mi hermana menor hacía un símil con el “fuera de juego” del fútbol, una táctica que puso en evidencia quien era fiel y quién no.
Militares y civiles fueron llevados a El Helicoide y luego a Ramo Verde. Sólo 2 horas de sol a la semana, luz continua, aire acondicionado a baja temperatura, sin visitas… algunos han logrado el exilio, pocos casa por cárcel. Tantos nombres, tantas familias heridas y fracturadas progresiva y rápidamente desde entonces hasta ahora.

Entretanto las universidades estaban amenazadas físicamente con la violación de la autonomía, algo que a los tiempos que corren es sólo un nombre perdido en la historia. Se llevó a efecto una marcha en la ciudad de Maracay, organizada y comandada por profesores de la Universidad Central de Venezuela, con el apoyo de la Universidad de Carabobo y Universidad Politécnica Libertador, entre otras. Bajo la vigilancia de la Guardia Nacional y fotógrafos que captaban quienes participábamos activamente en ella.
Nos llenamos de protestas, de firmas por un revocatorio que se llevó a efecto. Lista Tascón, represión, persecución, expropiación/confiscación/robo, exilio… y ahora un país en la absoluta miseria.

Ayer sentada en el sofá de casa, veía los hechos de Turquía, y no podía evitar que mi memoria me llevara a 14 años atrás. Tampoco, la incursión del mundo islámico en mi país… cosas extrañas, pactos que no comprendemos al momento, pero que años más tarde, diferentes hechos nos dan respuestas que nos llenan de sorpresas.

El mundo que está absolutamente conectado. Sólo que debemos dar un paso atrás para ver adecuadamente y con la perspectiva que nos permita entenderle.

¿Qué es lo siguiente? Imposible de saber.
Como otras ocasiones me digo, amanecerá y veremos.




martes, 12 de julio de 2016

La frontera pilla lejos, la libertad también


La situación actual de Venezuela ha sido noticia, tristemente, en diferentes partes del mundo. Hugo Chávez y sus políticas acabaron con las empresas y un sistema productivo que era capaz de cubrir en gran medida, la demanda del mercado venezolana. Han confiscado empresas grandes, medianas y pequeñas, no han expropiado porque jamás los dueños han recibido pago alguno. Bueno, sí, con el exilio, persecución o cárcel.

Mientras el petróleo mantenía precios por encima de $100 el barril, la “revolución CastroChavista” financiaba y silenciaba la ruina de un país. Actualmente, con los precios por debajo de $30/barril y el enriquecimiento de los nuevos “boliburgueses” a costa del erario público, la miseria ha pasado a ser una vecina más, conjuntamente con la violencia que ciega la vida de más de 28,000 venezolanos al año.
Son muchos los venezolanos que despiertan a sus hijos para la hora del almuerzo, pues no tienen con qué darles el desayuno. Los hospitales no tienen guantes, jeringas, medicamentos, insumos mínimos para manejos de urgencias en ninguna de las especialidades, y ya ni es noticia que los comedores hospitalarios estén sin comida. Es un reflejo más del día a día, de esos anaqueles cuyas imágenes están en los periódicos y redes sociales.

Hace 11 meses, las casas de los colombianos en la frontera de Venezuela eran pintadas con una R o una D en rojo, una especie de vergonzoso "estigma". Una situación jamás vivida por ninguna de las dos naciones en sus casi 200 años de convivencia republicana, fueron deportados de la nación que un día les acogió, entre acusaciones ilógicas de un desgobierno que intentaba culpar a otros de su irresponsabilidad y una crisis humanitaria en todos los sentidos.

Las imágenes de los colombianos pasando el río con enseres a mano, niños del brazo llegaban al alma. Luego de eso, en un hecho sin precedentes la frontera fue cerrada durante 11 meses. La vida en la frontera dista mucho de los que piensa el venezolano o el colombiano común de las ciudades y más aún, de las capitales, tan alejadas en la mayoría de los casos de la realidad/país. Es una vida diferente, de intercambio, de movimiento, de convivencia. Todo ello ha sido cambiado, y luego bloqueado por casi un año a la órden de un dictador, una marioneta de la Isla de la felicidad. 

Durante el día de ayer y hoy, los Puentes Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander han sido testigos silentes del paso de más de 60,000 personas que se dirigieron a comprar en Cúcuta, la capital del Norte de Santander. Doce horas de cada día miles de venezolanos han comprado alimentos, insumos, medicamentos, lo poco que alcanzaban sus ahorros en pesos o al cambio. Horas en las que les dieron "libertad condicional" a parte de un pueblo hambriento, en el sentido estricto de la palabra.


¿Pero qué hay detrás de todo esto? Recordemos que hace pocos días unas 500 madres desesperadas cruzaron el Puente Simón Bolívar reclamando comida. Vielma Mora, gobernador del fronterizo Estado Táchira, no dudó en arremeter contra ellas. La noticia en pocos minutos llegaba a diferentes partes del planeta. Mientras se daban a conocer las imágenes de seminaristas, niños menores de edad que fueron desnudados en Mérida por "colectivos armados", esos que son protegidos por la misma guardia nacional que agrede a quien se atreva a protestar.

Desde el domingo unos 35,000 venezolanos/día de una población que alcanza los 35,000,000 han ido a buscar lo más necesario, unos rollos de papel sanitario, un bote de aceite, unas medicinas... pero, ¿cuántos días podrán durarles esos insumos? ¿de cuánto dinero pueden disponer ganando en un bolívar cada vez más débil? 
Y, ¿qué pasa con el venezolano que vive en Barquisimeto, en Coro, en Maturín, en El Tigre o en Ciudad Bolívar? ¿Cómo llegan a la frontera colombo-venezolana entre el Norte de Santander y el Táchira? La frontera les pilla lejos, la libertad también. 

Entretanto, el pueblo colombiano ha brindado su mano a unos venezolanos en medio de la zozobra, el hambre, la angustia. Una ciudadanía que no ha encontrado respuesta a sus necesidades en ninguna de las autoridades actuales, ni siquiera la Asamblea Nacional, desde diciembre en manos de una oposición que pareciera tener unos grilletes mayores que los de la población. 

Pero no puedo evitar pensar al ver las imágenes y que es un mendrugo de pan al hambriento, uno que lleva la cárcel en el alma, y sabe que debe volver a ella. 

Pareciera que el régimen Castro-Chavista va permitiendo al contrario, en este caso el pueblo, mover sus fichas, que coja confianza, mientras rodea un tablero de ajedrez que se maneja a control remoto desde La Habana. 
Luego vendrá otra jugada más, y para ella debemos estar preparados. Después de 17 años, sería un pecado que nos tomen por sorpresa. 

Pareciera todo parte de un larguísimo epílogo, de una revolución que ha llevado a la ruina a un "país rico"...en tan sólo 17 años.