miércoles, 22 de agosto de 2018

La historia de Johan, el retrato de una Venezuela en ruinas



Hoy mi día se inició con un nombre “Johan Pinto”. No, no es un nombre más, aunque al principio, como a muchos no me era familiar…
Johan se graduó de Médico Cirujano en la Universidad en Coro, gracias al enorme y precioso esfuerzo de su madre quien para lograrlo vendió CDs en San Felipe, una pequeña capital en el centro occidente de Venezuela. Hace dos años cuando realizaba su residencia en esa ciudad para especializarse en Pediatría, fue víctima de la persecución y represión política de este régimen dictatorial y genocida. Johan estuvo injustamente preso (político). Sin lugar a dudas “en Él encontraron la oportunidad de evadir la responsabilidad de un sistema de salud en absoluto colapso”. Gracias a la constante movilización de sus compañeros de profesión fue liberado. No obstante, quienes tuvieron la suerte de conocerle, trabajar con Él, de cuidar pacientes a pesar de la falta de medicamentos e insumos, cuentan que ni con todo lo ocurrido cambió su carácter noble y amable. El respeto, el amor a su profesión y a sus pacientes era su norte.

Johan llegó a Barquisimeto hace un año y se integró al servicio de Pediatría del Hospital Pediátrico Agustín Zubillaga (HUPAZ) como residente de Pediatría. Uno de sus compañeros, el Dr. Luis Zerpa menciona que “(Johan) viajaba todos los días para asistir a sus actividades de postgrado del HUPAZ, muchas veces no comía, caminaba largos trayectos, se preocupaba por ayudar a su mamá… como es el drama de todos los residentes de este país, varios meses sin cobrar ... No había tiempo para comer y tampoco mucho tiempo para protestar… Te fuiste de vacaciones y no volviste”.

El Johan de este escrito es real, absolutamente real y falleció ayer 20 de agosto, justo el día en el que el régimen CastroChavista cambia de nuevo la moneda venezolana quitándole mucho más que cinco ceros, roban lo que queda de país, a la vista de todos… Johan ha muerto debido a una neumonía en un cuerpo desnutrido que no podía más. Pero,  Él no puede convertirse en otro número que se suma a este genocidio planificado. Johan era un médico que salvaba vidas, que brindaba sonrisas a sus pacientes y padres, que enseñaba con su ejemplo a quienes le conocieron. La historia de Johan es el retrato de una Venezuela en ruinas, apenas sobreviviendo ante una tragedia inclemente.

Amanecí leyendo las sentidas palabras de mi hermana, con lágrimas en los ojos y el corazón roto. No, no he podido evitar llorar desde temprano, y aun ahora cuando logro escribir estas líneas. Antes, en este blog he hablado de ella y de la labor que realiza junto a otros médicos cada día en el servicio de Neonatología del HUPAZ. Ella, mi Herme sigue allí, como jefa de un servicio de neonatología que se mantiene gracias a la entrega casi sacerdotal, al amor a su profesión y los “pacientitos”, con un salario que no llega a los $10 por mes. Les dejo sus palabras para Johan, ojalá conmuevan almas, que lleguen a organismos que realmente hagan algo por mi patria abandonada a su suerte… como quedó Johan, injustamente, como tantos y tantos Johan a lo largo y ancho de mi Venezuela.

Querido Johan …como quisiera que retrocediera el tiempo. Recuerdo cuando llegaste al hospital, venías de sufrir una injusticia y, aun así, no te había contaminado con odio, ni rencor, ni con desidia, ni con desesperanza… eras un ser genuino. Buen médico y mejor persona, llegabas temprano, preparabas la revista, tratabas con respeto a todos. Te acostumbraste y nos acostumbraste con sentido de responsabilidad y pertenencia…con amor a lo que hacías. Un año en el Servicio se hizo corto y empezabas tu sueño. Eras residente de postgrado, ese postgrado que querías, por el cual habías luchado. Pero el sueño se quebró… y esta realidad que nos atrapa, que hace todo tan difícil, hizo que por más que te entregaras lo mejor de ti, la cuesta se empinara más y más hasta agotarte. Mi querido residente, querido Johan, hoy no puedo evitar quebrarme …quisiera poder decirle a tu mami lo orgullosa que debe sentirse de ti, que lo diste todo …hasta la última fuerza, que dejaste en alto tu nombre por tu honestidad y tu lucha bonita, que regalaste sonrisas a niños, a madres, a padres, a tus compañeros, que quería que ella siempre fuera feliz. Mi querido Johan, a Dios le pido por tu descanso eterno, fuerza para tu amada madre y familia y para tus compañeros. ¡Dios te bendiga!