martes, 8 de diciembre de 2015

Amanece en Venezuela



Quiero empezar este texto tomando lo último del post anterior:
“Para muchos, el día de hoy es histórico. Los números en negativo, la miseria, la violencia y el desabastecimiento parecieran pasar factura a este régimen. Pero los verdaderos héroes de esta jornada son esos anónimos, quienes están desde tempranas horas en las mesas electorales, como testigos y vigilantes de del voto, que se respeten los resultados finales. Son ellos los que están dando la cara, con la esperanza que aún se puede contra una dictadura todopoderosa. Son ellos, quienes hoy, allá, a más de 6 mil kilómetros de distancia están dando la pelea por cada uno de nosotros, quienes nos hinchan el corazón de orgullo patrio, de ser venezolanos, de haber nacido en esa tierra maravillosa que hoy vive sus días más aciagos. Pero a pesar de ello, siguen en pie, sin dar cabida al desánimo.”

En estos días en esta casa se habla venezolano, se pone el Pesebre y no el Belén, porque estamos de celebración. En mi casa, en esta España adoptiva y adoptada.
Y es que nos embarga una alegría enorme, porque hemos ganado. En la mañana de ayer, luego de apenas horas de sueño, de quedarme con el “celular” en la mano esperando noticias, que mi hijo me despertara con cara de circunstancia en plena madrugada sabiendo que su mami trabaja al día siguiente, y también que siempre tiene un país atravesado en la garganta y esta vez con una sonrisa en el alma.

Han sido años de lucha, de procesos de votación, de firmas, de paro petrolero, de marchas, de protestas, de bombas lacrimógenas, de lista Tascón, de cierre de fábricas, expropiaciones ilegales, de pérdida, mucha pérdida, de muertos, persecuciones, un país en la distancia e irreconocible, de angustia… En Diez y Siete años es la primera vez que volvemos a sentir que ganamos unas elecciones y se nos reconoce, esta ocasión nos era imposible participar desde el extranjero. Sin embargo, estábamos lejos pero no ausentes. Así, casi dos millones de venezolanos que hemos tenido que salir del país, por activa o por pasiva. Hoy todos estamos de celebración, aunque sabemos que hay mucho por delante.

Amanece en Venezuela, siempre amanece temprano, con olor a tierra fresca, a café recién colado, a arepa. Amanece calentito, con ese abrazo delicioso de mamá, con el sonido de los pájaros, con el hablar cantadito de mi gente bonita.

Amanece, y sabemos que aún están allí, esos presos políticos. Esas familias que han perdido sus hijos, que hemos perdido bienes y no sabemos si les recuperaremos, que nos separan kilómetros y hasta mares de por medio. Que la producción apenas existe y la productividad pareciera una palabra remota en libros extraños.

Amanece en un país donde los colectivos armados han tomado el poder de muchas zonas, mandan al ritmo de las armas que incluso portan niños. Estamos llenos de cicatrices y heridas sin curar, de mucho luto. Sabemos que esto apenas es un paso. Pero es una luz al final de un túnel al que no veíamos final.

Diez y siete años de adoctrinamiento y miseria.

Como en otras épocas, hemos vivido una hazaña épica que tiene nombres, miles de nombres de ancianos y jóvenes, de presos por un país que ha salido a la calle para dar oportunidad a ese cambio y dispuesto a defenderle. Allí estuvo la diferencia.

Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles”, Berlot Brecht.


2 comentarios:

  1. Enhorabuena, otra vez; ahora esperan dos labores, la de reconstrucción y la de justicia o depuración de responsabilidades.

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    1. Queda un largo camino, el adoctrinamiento ha hecho mucho. Pero hay esperanza.

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