Estos días he recordado aquel poema aprendido en casa, del gran Andrés Eloy Blanco “cuando se tiene un hijo, se tiene al hijo de la casa y al de la calle entera”… A través de diferentes medios leo entre mis conocidos una angustia similar dentro y fuera de Venezuela. Escucho voces amigas y hay un común denominador, amanecemos cansados, a algunos nos toca tener dos husos horarios que van con nosotros, y un país, en el pecho, a la izquierda. Nos acostamos tarde, esperando noticias de “los nuestros”, entre llanto y mucho dolor, porque aquellos que han dejado la vida entre la represión desmedida de un régimen genocida también los sentimos como propios.
Mi patria está siendo víctima de un genocidio
planificado ante los ojos del mundo, el promedio de edad de los últimos 28 asesinados
en el mes de abril es de 27 años. El país se desangra, deja la vida en el
asfalto, entre lacrimógenas, balas y marchas, donde una palabra es el
denominador común, libertad.
Se conoce que han sido detenidos más de 1400
venezolanos, muchos de ellos torturados, vejados. Mientras se apenas se palpa
la poca acción internacional. Solo el Perú ha retirado su embajador y a los
venezolanos se les está dando el trato de “asilados políticos”, señalan que no
olvidan que una vez Venezuela hizo lo propio, cuando vivían dictaduras
represoras en los 70’s y 80’s.
Arnoldo Benítez con la bandera, entre lacrimógenas y tanques Foto @hsiciliano |
Los presos políticos han ascendido a más de 170. Pero
realmente, en Venezuela viven más de 30 millones de presos políticos, quienes progresiva
y rápidamente han pasado de vivir en un país para apenas subsistir en una
enorme cárcel. Apenas existen vuelos internacionales, y los nacionales solo los
imprescindibles.
El tan manido “no hay”, se ha vuelto una letanía tan
común que se asume dentro de esa anormalidad tan normal. Las colas, el
desabastecimiento, el trueque como medida económica forma parte del día a día
del venezolano que sobrevive ante la violencia amparada por el Estado que se
cobra más de 28,000 vidas al año, la guerrilla urbana llamada “colectivos” amparada
desde las “fuerzas del orden”, porque son parte operante de ellos.
La carta de racionamiento se ha venido
estableciendo, en ocasiones sin prisa pero sin pausa, y desde diciembre de
2016, luego de la estanflación con el acelerador a toda marcha. Paralelamente
se crearon los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), con sus
bolsitas de comida, las que han repartido como clones los partidos de la Mesa
de la Unidad convertidos en sus plañideras, mientras se sentaban con el tirano
en las mesas no-diálogo/acercamiento/diálogo. Algo que vuelve a estar en el
plató, mencionado nada menos (y nada más) que por Bergoglio, en un vuelo,
micrófono en mano (cómo no), señalando a la “oposición dividida” como la gran
culpable de no querer un acuerdo. Entretanto, Zapatero, Fernández y Torrijos ya
se asoman para seguir las instrucciones que se dan desde Cuba, sin duda,
cobrando bien y mucho, por ello.
El caos reina mientras se continúa con la
perpetuación del Estado Comunal, que está en la “constitución”, ese panfleto
comunista aprobado en 1999, y al que tanto alude una “oposición, que por mucho
que quisiera pensar que hay “inocentes” que no se percatan de lo que ocurre,
luego de 18 años de dictadura, y aún peor, con el control de la Asamblea
Nacional (antiguo congreso) en su poder, nada, absolutamente nada haya cambiado,
por el contrario, va a peor.
Me es imposible olvidar las palabras de algunos de
estos que mencionan “la traición por parte de Maduro y sus acólitos” al legado
de Hugo Chávez, cuando éste fue el gran traidor a la patria, que entregó sin
miramientos a los dictadores Castro. Vuelvo a ver las calles, hoy 1 de mayo y
veo el legado de Chávez, miseria, represión, violencia, desabastecimiento, hambre,
muerte…
Primeros Auxilios UCV Foto @shakiradima |
No existe aparato productivo, este fue destruido
completamente durante estos 18 años, incluida la explotación petrolera, que ha dejado
de mantener un NarcoEstado, que tiene sus cimientos en su negocio real, la ruta
de la droga, por lo que todo pareciera seguir su curso, inamovible.
Ante este panorama se continúan las acciones heroicas,
aparecen brigadas de estudiantes de medicina y médicos de la UCV, debidamente preparados e
instruidos para actuar en este escenario, en este “particular holocausto” que se vive en
las calles de mi Venezuela. Con cientos de miles de ciudadanos saliendo en
contrasentido. Mientras espero ese mensaje que diga que todos están bien,
egoístamente que los míos están bien. Sintiendo adentro el dolor terrible por
esos hijos arrebatados tempranamente, esos que ya no vuelven, esos héroes que
se nos están quedando en el silencio de esta terrible historia que espero nadie
olvide jamás.
“…Cuando se tienen dos hijos
se tiene todo el miedo del planeta,
todo el miedo a los hombres luminosos
que quieren asesinar la luz y
arriar las velas
y ensangrentar las pelotas de goma
y zambullir en llanto ferrocarriles
de cuerda.
Cuando se tienen dos hijos
se tiene la alegría y el ¡ay! del
mundo en dos cabezas,
toda la angustia y toda la
esperanza,
la luz y el llanto, a ver cuál es
el que nos llega,
si el modo de llorar del universo
el modo de alumbrar de las
estrellas.” Los Hijos Infinitos.
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