sábado, 23 de diciembre de 2017

Nosotros, los "ciudadanos".


Estos días han estado llenas de emociones, algunas contenidas en esta Cataluña convulsa. Hemos tenido una campaña electoral distinta a todas, y a la vez, con la esperanza que algo cambiara.
Muchos pedimos, no, exigimos el cumplimiento de la Ley. Insistíamos por diversas vías la aplicación del artículo 155 de la constitución a un Gobierno lejano, un sentimiento que se ha constatado con un 155 blando, que apenas ha afectado la vida en una Cataluña dominada por el nacionalismo más rancio, más xenófobo, sembrador de odio y división y con pretensiones separatistas a cara descubierta. Un Gobierno que ha mantenido a Ester Artadi como Coordinadora Interdepartamental de la Generalidad de Cataluña, y a su vez, ha sido la jefa de Campaña del “Junts per Catalunya”, con Puigdemont, un prófugo de la justicia como líder. Sin duda, algo no han hecho bien Santamaría y Rajoy…

Aún recordamos las imágenes del 1 de octubre, cuando las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado enfrentaban a hordas enfurecidas, quienes infringían las leyes, les agredían y a su vez, se victimizaban ante los medios de comunicación del mundo. El uso de una propaganda al mejor estilo fascista que les ha ido dando resultado… pero no en todo, no a todos. Otra vez, muchos de nosotros veíamos a avergonzados cómo, otra vez, se desarrollaba un tinglado de “referéndum” ilegal, lo que habíamos advertido, que habíamos pedido, no, de nuevo, habíamos exigido que no ocurriera. De nuevo las imágenes del 1 de octubre y de aquel 9 de noviembre se mezclaban en nuestras mentes, y se repetía lo que habíamos advertido. 
Las consecuencias de todo ello lo vivimos ahora. Son años de adoctrinamiento, de tres generaciones manipuladas por la propaganda, por el uso de la “llengua” para formar una masa adocenada y manipulable para los intereses de quienes manejan el “prusés” creado para controlar en todos los ámbitos a la sociedad catalana, y extenderse como un cáncer metastásico a otras regiones.

Sí, hemos sido pocos los que hemos enfrentado a las instituciones, quienes hemos pedido por escrito el cumplimiento de las sentencias del Tribunal Constitucional ante una Generalidad a quien poco le ha importado saltarse las leyes y enfrentarse a un Gobierno Español manejado por cobardes, pusilánimes, que no han defendido al Estado, a España.
Sin embargo, paralelamente, sé que vivimos una etapa histórica. Hemos tenido días hermosos, ver a niños, jóvenes y adultos caminar por Barcelona con su Rojigualda ha sido un hecho histórico y emotivo. Les he visto en tropel ocupar los vagones del tren para ir a Barcelona a las manifestaciones por España, por una Cataluña que reclaman con justo derecho como suya y no de unos nacionalistas que se han apropiado de todo. He escuchado a jóvenes que no llegan a los 30 años decir en la calle y en el trabajo que votaban a Ciudadanos con absoluta normalidad, sin complejo alguno, decididos y esperanzados en un cambio para esta sociedad enferma. Escuchar “Yo soy español” en las calles de Cataluña es música a nuestros oídos hartos del “prusés”, como el resto de España. Así que definitivamente algo está cambiando.
Sé que queda mucho por hacer, pues hay una Cataluña profunda que lleva años desconectada años con España, con su país, a quien el Estado ha abandonado y a quienes han hecho creer que su “nació” existe.

No olvido las palabras de los 3 policías a quienes recogí una noche en plena ronda litoral para llevarles de una salida a otra, poco antes del 1 de octubre: estamos para que se cumpla la ley, no tenga duda, Cataluña es y seguirá siendo España. 
Sépanlo, NO nos vamos a callar, seguiremos aquí, dando la pelea, en plena zona comanche, con las Rojigualdas orgullosamente como Bandera...
Porque "imposible es solo una opinión".






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