Entre el sol vespertino de este final
de otoño en Barcelona, abro los diarios y una noticia sobre Venezuela llama mi
atención, “En la frontera con Colombia,
centenares de mujeres venezolanas han encontrado una forma de conseguir dinero
para comprar las medicinas y alimentos que no consiguen en su país: vendiendo
sus cabellos”. No puedo evitar estremecerme ante el dolor que me produce
saber lo que esto significa, un país en ruinas, el hambre y la miseria cabalgan
las calles de mi patria …ese negocio oportunista, el comunismo del siglo XX, el
socialismo del siglo XXI.
Mientras tanto, el mundo entero se distrae con el show montado por
la tiranía caribeña más longeva del mundo, la muerte del DICTADOR genocida
Fidel Castro y el “carromato tercermundista” que pasea por las calles de Cuba. Veo
con vergüenza los “demócratas” de diferentes lugares que rinden loas y
pleitesía al asesino de cientos de miles, a quien convirtió a su patria, la de
los míos, en una suerte de Isla-Cárcel, donde sólo Él decidía el qué, cómo,
dónde y cuándo de todo cuanto ocurriera en ella desde “su revolución” en 1958.
Entretanto, en el país que le ha
oxigenado, que le ha servido de sustento desde hace 18 años y llenado las arcas
del régimen, Venezuela, se repite esa maldición de la economía que se traduce
en la miseria más profunda que un pueblo puede vivir: el CORRALITO.
Hace tan solo un año y medio escribía sobre el CORRALITO
vivido en la Argentina de finales del 2001, de esa palabreja que se vivía en un
país cuyo sistema estalló en pedazos, los bancos no daban dinero y cientos de
miles perdieron sus ahorros, incluso la vida, entre la enfermedad y el
suicidio. Otros se plantearon el “exilio”, como en los 70-80’s cuando a tantos
recibió Venezuela.
Hace tan solo un año y medio escribía
sobre el CORRALITO, pues se vivía en Grecia, en el corazón de esta vieja Europa.
De nuevo, los ciudadanos de a pie los más afectados. Como había ocurrido 14
años antes en el país austral, la tragedia se repetía en un continente que se
creía inmune a ello.
Desde hace más de una semana, los bancos venezolanos no dan
efectivo, pero sí admiten ingresos. Los puntos de venta (datafonos) que ya habían
empezado a “dar problemas”, estos últimos días el colapso se ha hecho patente en
muchas zonas, tanto comercios como cajeros automáticos no permiten retirar
dinero, porque “no hay”. Y se repite la palabreja, CORRALITO…
Hoy, en este mundo cada vez más
globalizado y sistematizado, cuando diferentes webs internacionales permiten la
compra hasta de alimentos con entrega puerta a puerta, en la Venezuela actual
se ha tornado a la cultura del conuco
y del trueque en pleno siglo XXI.
Paralelamente hemos sido testigos de un “diálogo” o “pre-diálogo”
entre la pseudo oposición venezolana y la dictadura. Como garantes quienes han
dispuesto la UNASUR de Samper, los Castro y las FARC.
el Bolívar débil |
El régimen impone su propia “cartilla
de racionamiento”, siempre que estén en el partido de la dictadura. Han creado
los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), con sus bolsitas de
comida, las que ahora reparten como clones los partidos de la Mesa de la Unidad
convertidos en sus plañideras.
La entrega en trocitos de esta Venezuela continúa sibilinamente. Se
han firmado convenios con Irán, China, países de Latinoamérica y ahora Rusia
llega a acuerdos con el régimen en "minería e hidrocarburos". ¿Qué
importa si es legal o no, cuando lo "ejecuta" una dictadura? Esa que
tiene la represión y violación de los DDHH como norma, la violencia de grupos
armados como forma de vida, el desabastecimiento y la miseria como métodos de
control sobre una población donde el “no hay” se sigue repitiendo como una
letanía.
Me repito, el CORRALITO, que se vive intensamente en el
Caribe mientras el mundo permanece mudo, silente, sin levantar la mano.
Ya no está quien regalaba el dinero y bienes de los venezolanos a manos llenas, Chávez murió, pero dejó su huella terrible sobre un pueblo sumido en la inopia.
Pero no debemos excluir de este “selecto grupo” a esa pseudo
oposición, que ha pactado con el régimen y entregado las esperanzas que una
nación depositó en ella. La Asamblea Nacional no asumió su responsabilidad y
las "promesas" llevadas como
estandarte aquel 6 de diciembre de 2015, debía “designar a los 5 rectores del CNE,
a los magistrados del TSJ, el Fiscal General, investigar nacionalidad y
realizar juicio político a Maduro”.
La representación de la mayoría del
pueblo ha sido despreciada y desechada. Mientras sigue la crisis humanitaria,
los presos políticos aumentan y el país ha pasado a ser una cárcel gigante, la
claustrofobia un lugar común, como la desesperanza.
...“La Salida” se ha transformado en un suelo multicolor de un exilio que se vive desde dentro y fuera de Venezuela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario