Estos días he estado viviendo entre 4 países desde uno solo.
Pareciera una situación propia del
realismo mágico. Quizás mucho tenga que ver que provengo de ese Caribe donde
nació esta “forma de vida”. Pero tal vez, lo más fuerte sea esta sensación de
dejavú constante, de estar en 1998 de nuevo.
Entonces, la corrupción minaba de forma definitiva todos los
niveles de Venezuela, un país con una democracia de 40 años, que había servido
de soporte y ejemplo para tantos. Que había sido cobijo y lugar de acogida para
más de 2,000,000 de europeos, otros tantos de los países del sur de América y
de otras latitudes. Una democracia que permitía estudiar GRATIS y escalar
posiciones sociales en base al esfuerzo propio. Un sistema que permitió
alcanzar por vías democráticas a un grupo de “golpistas” con un mensaje falso,
lleno de promesas para atrapar al elector a través del sentimiento, el voto
visceral, ese que se da con la esperanza o con las ganas que todo reviente de
una vez.
El detalle es que sí, reventó.
Chávez ganó las elecciones en diciembre de 1998, con una
abstención del 36%. Con mucha gente de pro quienes dejaron sus esperanzas en
ese grupo de hombres y mujeres que les traicionaron. Pero es que justamente eso
se había fraguado unos años atrás. Desde los dos fallidos golpes de Estado
ocurridos en 1992, que cobraron cientos de muertos. Personas inocentes que
fueron asesinadas por quienes ahora ostentan el poder. Dos años más tarde, Hugo
Chávez en La Habana “entregaba” a Venezuela.
Los Castro no dejan aguja sin cordel, y van hilvanando “su
propia revolución” con paciencia. Van ganando espacios, van sorteando
obstáculos mientras como una partida de ajedrez cambian peones por mejores
piezas. Son los “capos” de la mafia más importante del mundo, dirigen los hilos
de América Latina, y en el malecón hoy hondean las 50 estrellas.
Todo está fríamente calculado. Y lo peor, es que Europa
pareciera aletargada en su propia nube irreal, a “varios metros sobre el cielo”,
al que piensan asaltar. Desmereciendo su propia cultura, sus principios, su
historia. Cuando ha sido grande, y lo es.
Entre que el “buenismo” se apropia de propios y extraños,
ese grupo (de)formado en el Caribe, con financiamiento de Venezuela, del dinero
público de los venezolanos, cambia de piel para presentarse como corderos, como
socialdemócratas para alcanzar el cielo.
El resultado está a la luz de todos.
Quien crea que Venezuela siempre fue lo que ahora es, peca
de ignorante. Quien crea que Cuba fue lo que la han convertido en esa genocida
dictadura de más de 55 años, es un iluso, prefiere mentirse a sí mismo, prefiere
cegarse ante la evidencia, porque el populismo es igual que la miseria más
ruin, la que acaba con la esperanza.
Lo hemos advertido, “por activa y por pasiva”.
No, Venezuela no es Cuba… tampoco España es Venezuela, pero
puede llegar a parecerse y mucho, en corto tiempo.
La mesa está servida, Ud. escoge, yo al menos, Voto pensando en España.
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