sábado, 19 de abril de 2014

Yo sí soy inmigrante ...y vivo en el exilio

Me permito reproducir una "versión" del artículo que fue publicado en la Revista del Vallès en diciembre de 2013. Le escribí y le leo aun llena de emociones diversas. Debo agradecer siempre a Roberto Giménez Gracia, quien fue su director por mas de 30 años por "empujarme" a escribir sobre ello.
Y es que me permito a mi misma reproducirlo para que entiendan las razones por las muchos tenemos que optar por salir de nuestros países, hasta hace nada eran los españoles quienes llegaban a mi tierra...unos 800 mil en mas de 3 décadas.
Reconozco mi condición de extranjera, inmigrante, y trato con sumo respeto al español, sus costumbres, sus leyes, su tierra.
Aquí les dejo mis letras.

Chuao, Aragua, Venezuela
Foto de Elieser Pantoja 
Caracas, 17 de abril de 2012. Una fecha que tengo tatuada en mi memoria. Ese día, vino a mi mente la palabra exilio, un sentimiento que empezaba a concienciar aun estando en mi propio país, al que había vuelto un año y medio antes.
Recuerdo la escena como si le viera en tercera persona, me veo colgando el auricular y llorar en silencio, uno de mis sobrinos sostenía mi mano, sin mediar palabras. Era un momento en el que estaba cargada de respuestas que no encontraban preguntas. Tenía que resolver una situación en la universidad donde había estado laborando por 20 años, sentirme ajena, lejana, distinta a mi gente, pasó de ser duro a traumático; sentirme extraña a un lugar al que consideraba mi segundo hogar, mi casa de estudios y donde tenía la responsabilidad enorme de formar profesionales, investigar, dar servicio.
Y es que cada lugar, desde las reuniones con amigos, hogares, sitios de trabajo, y donde no escapa la universidad, funcionan como pequeños clones del país donde todo se magnifica, de esa Venezuela, o lo que queda de ella ...esto es mucho.

Los Roques, Venezuela
El exilio es una palabra que a muchos nos suena dura, quizás a todos. Implica un desprenderse de parte de lo que se es, de un país, de una vida, llena de familia, amigos, gente querida. De costumbres, de un habla diferente que nos es propia. Según la RAE exilio se puede definir como la “Separación de una persona de la tierra en que vive”, también le señala como “Expatriación, generalmente por motivos políticos”. Yo agregaría algo más, pues le asumí estando en Venezuela, sentirme extranjera en mi propio país, reconocer esta palabra y lo que conllevaba, y llegar a decirlo fue todo un proceso.

Por razones laborales debía volver a mi patria, lo que hice en diciembre de 2010. Mi padre murió en octubre, no, no pude estar para su entierro. Viajar habría sido inútil y complejo. Justo había estado un mes antes con Él, tenía una enfermedad que le mantenía en cama. Nos despedimos, ambos lo supimos. Había llegado a España el día de Reyes de 2005...y tocaba "la vuelta".
Ese viaje fue en extremo pleno de emociones. Mi padre ya no estaba, volvía a mi patria para quedarme con la firme intención que mi familia en pequeño también se viniera. Para ello, yo debía tener las condiciones mínimas.

Esto de "vivir" dos realidades paralelas, tan disimiles en muchas ocasiones pudiera llevar a condiciones extremas. Creo que eso vivo en mi día a día, pero sin llegar a "esas" condiciones. Solo que a veces la tristeza me llega hondo o la alegría me supera.
Mi Venezuela , aquella en la que nací, crecí, estudié, aprendí a amar y donde los principios y valores eran lo más importante que se podía tener …esa no existe, la tenemos extraviada en algún rincón, alguna rendija quizás perdida en el tiempo, en uno que no lleva reloj ni calendario. Allí está, marginada y sola. Ojalá que como el ave fénix pronto renazca, recordando su pasado, su historia enorme que parió hombres y mujeres que le hicieron grande. Ahora vive un presente aciago, y sé que tomará años recobrar una mínima parte de lo que fue un país acostumbrado a recibir inmigrantes, un país moderno, hermoso no solo por sus paisajes que van de costas caribeñas a montañas de nieves eternas, llanos donde se pierde la vista, a selvas con Tepuyes que emocionan a propios y extraños. Venezuela ha sido un país increíblemente hermoso por su gente, pero esa que recuerdo apenas se nota.
Auyantepuy con el Salto Ángel
Venezuela

Mi otra realidad, “mi” otro país, es éste, el escogido. Alguien me dijo una vez que cuando se escoge otra nación como propia es un amor distinto, diferente, pero extremadamente fuerte, nos llena el alma porque le “hacemos” nuestro, lo “escogemos”. Y cuanta sabiduría en aquellas palabras.

Mi otro país es España, donde vivo hace casi 9 años, donde convivo, he sido adoptada y estoy adaptada. En una Cataluña plural, que he conocido bilingüe y donde por respeto a lo que es y sus costumbres no he tenido problema en aprender su idioma, con la riqueza que ello implica. Soy de las que cree que el conocimiento no ocupa espacio, y que los idiomas acercan y nunca dividen.

La "Rojigualda", bandera de España
Creo o al menos eso percibo, que estos últimos cinco años esta España ha cambiado, y lo ha hecho a una velocidad vertiginosa. La politiquería reina, esa, la barata, la que tiene precio y se vende al mejor postor. La que no le importa su tierra sino su bolsillo.

Y es que no se podría comparar esta realidad con mi “país bizarro”, mi Venezuela, esa que se me perdió en algún lugar. No, esta España la sé distinta, está luchando, en cada hogar, en muchas esquinas, en las miradas de quienes sueñan con un país diferente. Donde el “estado de derecho” es igual a la justicia, y no exactamente el imperio de la ley, porque las leyes están hechas por los hombres y mujeres, en muchas ocasiones para que calcen a sus intereses, o le interpretan según sea.

Siento que algo surge, y esta percepción la tengo quizás en mi estado de "optimismo por defecto o de esperanza continua", o tal vez porque lo vivo, lo veo en la gente, esta gente linda, llena de ganas de un país bonito, su país. Creo que es la hora de la ciudadanía activa, organizada, para lo cual requiere urgentemente conocer a fondo lo que ocurre y a su vez saber cómo hacer, estar preparado para actuar en lo “urgente” y en lo “importante”, en este ahora y pensando en un futuro, el suyo y el de los que vendrán. Retomando el norte.


4 comentarios:

  1. Algunos hemos salido de nuestro pais por deseo propio, como yo a Bolivia por 4 años, viviendo de mi trabajo desde España. Pero no alcanzo (aun cuando estuve casado con una boliviana) a entender cuanto dolor se puede sentir al tener q dejar tu gente,familia y Patria por obligación y más en caso de exilio. Yo le decía a mi ex que por mucho q la veía sufrir, era incapaz de comprender tanto dolor puesto q hay cosas que uno debe vivir para saber como se siente un corazón.
    España va abocada a un cambio brutal,demasiado rápida y sin asimilar esos cambios, olvidando el pasado doloroso de la Nación y esperemos que podamos ponerle freno a tanto desmadre.
    Un artículo conmovedor, muchos sentimientos sin salir, mucho dolor encerrado. Siento no poder enterderlo como te gustaría;pero, como he dicho, eso sólo se siente cuando se vive realmente. Un Abrazo,desde Bilbao, mi Amiga Catalana de Velezuela!!!

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    1. Un abrazo grande... muchos de los míos salieron cuando el llamado "paro petrolero", les sacaron de sus casas, sin mas nada que el pijama que llevaban puesto, y les tocó empezar en otras partes, lejos de su tierra... no poder volver porque si regresan les apresan inmediatamente..., su culpa, trabajar en la industria petrolera y ser de la oposición...
      Deseo de corazón que se sepa poner freno, no creer en "encantadores de serpientes", Chávez fue uno, y mira a lo que ha llevado a mi patria...
      Un abrazo y gracias

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