En septiembre de 2001 fui a un curso de 2 meses en la Argentina, apoyado y financiado por la Agencia Internacional de Cooperación Japonesa, JICA, a través de unas becas a las que teníamos que "aplicar" para unas pocas plazas en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), capital de la Provincia de Buenos Aires, a unos 60 km al sur de Buenos Aires capital. Iba con toda la curiosidad de llegar a un país que no conocía, con ese ímpetu propio del caribeño en el inicio de una lluviosa primavera austral. Conocí gente encantadora de diferentes partes de Hispanoamérica, y mis queridos argentinos quienes no pudieron ser mejores. Nos ofrecían sus conocimientos a cambio de ir "sembrándolos", fomentar investigaciones e impartir cursos similares en diferentes países, para lo que debíamos contactar con el gobierno japonés, quien al final de todo era el que otorgaba las becas.
Este excelente sistema tenía varios años en Argentina y también en Chile, con diferentes resultados. Ambos países se beneficiaban con equipos y formación de su personal, lo que a la vez "pagaban" organizando y dictando estos cursos de "formación" a los profesionales de la Medicina Veterinaria en diferentes áreas de su especialidad.
Tenía la referencia de una Argentina de la época de la dictadura, cuando llegaron desde ese país al mío para hacerlo propio. Entre los 70's y los 80's. Una referencia similar a la de Chile, repito, con diferentes resultados.
Me encontré con un personal con una formación increíble, pero lo más importante, con una calidad humana incomparable. A su vez conocí ese hermoso país a través de sus ojos y del de toda esas personas con las que iba interactuando. Quienes luchaban en plena crisis, cuando se había establecido una falsa paridad dólar:peso. A los extranjeros se nos permitía cambiar hasta $400 por semana, y se recibía siempre una cantidad inferior a la debida.
Me sorprendió un país lleno de edificios hermosos, muchos impresionantes, los públicos no tenían dinero para mantenerlos. En particular, en la UNLP sus edificaciones presentaban filtraciones, pintura, falta de mantenimiento por un presupuesto incompleto, que apenas alcanzaba para una nómina que iba en detrimento, no había inflación sino deflación, los profesores universitarios veían como mes tras mes su sueldo disminuía de igual forma que el de la mayoría de los "empleados públicos. Allí se encontraban esos equipos financiados por el JICA y lo más importante, ese potencial humano, extraordinariamente formado aplicando a medias o en un pequeño porcentaje todo el conocimiento y las ganas de generarlo.
Comparaba la situación con mi universidad, la Universidad Central de Venezuela (UCV), donde habíamos empezado a tener importantes faltas en el presupuesto universitario, pero al ser "patrimonio de la UNESCO" parecía que sería intocable en el tiempo, una creencia que se ha caído como trozos, tal y como se ha destruido cada parte de Venezuela. Habíamos empezado a sentir el yugo de una dictadura militar que apenas asomaba el rostro.
Entonces, en esa Argentina que había conocido pasó lo impensable, el CORRALITO.
La crisis era terrible, tenía dos días de haber vuelto a Venezuela cuando llegaron las noticias de una Argentina envuelta en uno de sus momentos más terribles de su época democrática. Su gente, una gruesa clase media, con un alto porcentaje que tenía una alta cualificación y formación universitaria, esos ciudadanos, los de a pie era la más afectada.
Se desconoce cuántos suicidios ocurrieron, cuánta gente fue a la bancarrota, cuántos enfermaron para morir de tristeza y de mengua. Cuántos huyeron buscando un futuro mejor con una maleta con tres mudas, mucho miedo, dudas y a su vez expectativa, maletas cargadas de esperanza, para recomenzar lejos de su querida patria, de su casa, de los suyos. De nuevo Argentina se enfrentaba a un exilio vivido tan sólo 20-30 años atrás.
Contrapuesto a toda esa política vivida al este de la zona más austral de Los Andes, empezaba a repuntar un Chile hacia lo que es actualmente. Un país pujante, con gente en extremo trabajadora, que conoce de muy cerca las necesidades más grandes, las injusticias más terribles. El precio de su democracia actual es enorme y está teñido de sangre. Eso lo saben. Y quienes creen (realmente) en los derechos sociales luchan día a día por una educación y salud pública de calidad, sí, pero al oeste de esa misma cordillera, donde todo ocurre distinto. El JICA sigue "invirtiendo" en Chile, en sus universidades y en la investigación que allí se genera, no así en Argentina. Dos planteamientos partiendo de realidades similares para llegar a un día de hoy absolutamente contrapuesto.
¿Políticas económicas?, quizás. ¿Madurez de un pueblo?, tal vez.
Algo que es tan digno de estudio como toda la situación de Latino América
Hoy la palabra CORRALITO se repite en la vieja Europa, donde nos creemos intocables por una UE que en teoría nos "ampara". Vivimos un CORRALITO al que sentimos muy cerca, el aliento del ogro nos llega junto a la fetidez de la corrupción que ha minado instituciones mientras de nuevo, los ciudadanos de a pie son otra vez los más afectados.
Grecia ha tenido gobiernos quienes han planteado políticas que no les han favorecido para fomentar la inversión, el empleo, el crecimiento económico, la producción, la productividad. Cansados de esperar por cambios ese pueblo optó por creer en encantadores de serpientes, han depositado en ellos sus esperanzas, algo mucho más fuerte que el optimismo porque implica una fe basada en el tiempo. Quienes han llegado, sabiendo los grandes y graves fallos de los gobiernos anteriores, exigiendo a sus socios europeos más y mejor financiación. Reclaman les concedan todos sus requerimientos a cambio de esa misma fe que han depositado en ellos sus votantes griegos. Demandan a todos los millones de europeos que la UE representa lo que desean para ese porcentaje de Europa, creer erróneamente, que el populismo les llevará a mejores fines.
Me planteo preguntas que tal vez otros también se hagan, ¿cómo pedir, por ejemplo, a los portugueses que tanto han sacrificado más y mejor financiación para un país que no ha hecho lo mismo que ellos?, ¿cómo pedir a los españoles que olviden el dinero supuestamente "invertido" según las palabras de ZP, con relación a los millones entregados a Grecia?, ¿cómo pedir a los socios europeos que crean en políticas populistas que a todas luces no buscan la creación de empleo y mejorar la productividad?
La palabra CORRALITO se repite y con ella la tragedia de millones de personas. Pero también el riesgo de una Europa que necesita sus bases inamovibles, enfrentarse con firmeza a sus fantasmas y a un populismo que crece peligrosamente, sabiendo que es la ruta segura a la miseria.
Mientras esa misma Europa conoce que Rusia avanza, y que estos días está a la espera, "de guardia".
Uno no deja de preguntarse cómo la mediocridad, la avaricia desmedida y el fascismo (porque no deja de ser fascismo) vencen sobre la inteligencia. Algo debemos estar haciendo mal para dejar que los canallas de todo el mundo se aprovechen de los inteligentes de todo el mundo. Creo que ha llegado el momento de decir: la preparación y la inteligencia al poder en servicio de todos. Eso, lo saben hacer muy bien las empresas: nunca emplearían a los políticos sin ideas, sin saber idiomas, con corrupción que nosotros empleamos en el servicio público.
ResponderEliminarCiertamente, en el tiempo, mi querida Argentina se ha visto imbuida en ese CastroComunismo Chavista, un populismo que ha llevado un país enorme en todo el sentido de la palabra a donde está hoy, como dije en el post, partiendo de condiciones similares a las chilenas con diferentes resultados.
Eliminar