Facultad de Derecho, Universidad Complutense de Madrid. imagen de Libertad Digital, 20/11/2013 |
Cuando ocurren casos como estos sabemos que estamos tocando
límites donde la intolerancia impera. Hemos perdido el respeto de lo más
sagrado, la cuna del conocimiento, la Universidad, el lugar en el cual debería
haber el pensamiento distinto, disímil que genera diálogos y discusiones que
nos llevan al conocimiento, el lugar
donde el planteamiento de ideas, la instrucción, las normas, los reglamentos, y
por encima de todo, de nuevo el respeto deberían ser el norte de todo ello.
Aula Magna, UCV. Nubes de Calder. |
La Universidad Central de Venezuela (UCV), la ciudad universitaria
en Caracas ha sido objeto de las agresiones más absurdas, terribles, que nos ha
llenado de una tristeza enorme a quienes amamos este recinto universitario, no
solo por ser nuestra casa de estudios, sino por lo que ha representado en sus más
de 200 años de historia. Por la cantidad de obras artísticas ha sido declarado
Patrimonio de la UNESCO. Allí, el gobierno, un régimen plenipotenciario que se
dice de izquierdas agrede de forma constante ésta y otras universidades. Sin embargo,
a pesar de lo terrible de los hechos sabemos que se trata de una dictadura, no
de una democracia, el número de elecciones no le definen como tal.
Mentalmente vuelvo a donde estoy físicamente, España, y leo
en los diferentes diarios estos hechos de violencia. No solo contra personas,
que ya es gravísimo, sino lo más… pero es que también la agresión es en contra
la institución, el hecho de pensar que lo público es de todos pareciera otorgarnos
el derecho a destruirle, sin pensar que también tenemos deberes, esto no está en
la mente de estos grupos extremistas, se creen con derechos, pero unos derechos
inexistentes.
El punto es que ni siquiera estoy considerando las razones
por las cuales estos grupos han llevado a cabo todos estos hechos. Confieso que
no me interesa en lo más mínimo, pues han perdido toda razón para el diálogo. Su
consigna "Contra el fascismo, el capital y toda autoridad",
conjuntamente con los ataques ocurridos les retratan.
La impunidad no puede instalarse en el seno de lo más
sagrado, la ley debe actuar, y más que la ley la justicia. La impunidad, de
nuevo esta palabra, que nos llena titulares, y es que no ha de ser la regla,
porque podríamos estar a un paso de un punto en extremo peligroso, la anarquía.
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