Hoy mi día se inició con un nombre “Johan Pinto”. No, no es
un nombre más, aunque al principio, como a muchos no me era familiar…
Johan se graduó de Médico Cirujano en la Universidad en
Coro, gracias al enorme y precioso esfuerzo de su madre quien para lograrlo vendió CDs en San
Felipe, una pequeña capital en el centro occidente de Venezuela. Hace dos años cuando
realizaba su residencia en esa ciudad para especializarse en Pediatría, fue víctima
de la persecución y represión política de este régimen dictatorial y genocida. Johan
estuvo injustamente preso (político). Sin lugar a dudas “en Él encontraron la
oportunidad de evadir la responsabilidad de un sistema de salud en absoluto
colapso”. Gracias a la constante movilización de sus compañeros de profesión fue
liberado. No obstante, quienes tuvieron la suerte de conocerle, trabajar con Él,
de cuidar pacientes a pesar de la falta de medicamentos e insumos, cuentan que
ni con todo lo ocurrido cambió su carácter noble y amable. El respeto, el amor
a su profesión y a sus pacientes era su norte.
Johan llegó a Barquisimeto hace un año y se integró al
servicio de Pediatría del Hospital Pediátrico Agustín Zubillaga (HUPAZ) como
residente de Pediatría. Uno de sus compañeros, el Dr. Luis Zerpa menciona que “(Johan) viajaba todos los días para asistir a sus actividades de postgrado del
HUPAZ, muchas veces no comía, caminaba largos trayectos, se preocupaba por
ayudar a su mamá… como es el drama de todos los residentes de este país, varios
meses sin cobrar ... No había tiempo para comer y tampoco mucho tiempo para
protestar… Te fuiste de vacaciones y no volviste”.
El Johan de este escrito es real, absolutamente real y falleció
ayer 20 de agosto, justo el día en el que el régimen CastroChavista cambia de nuevo la moneda venezolana quitándole mucho más que cinco ceros, roban lo que queda de país, a la vista de todos… Johan ha muerto debido a una neumonía en un cuerpo desnutrido que no podía más. Pero, Él no puede convertirse en otro número que se suma a este genocidio planificado. Johan era un
médico que salvaba vidas, que brindaba sonrisas a sus pacientes y padres, que
enseñaba con su ejemplo a quienes le conocieron. La historia de Johan es el retrato de una Venezuela
en ruinas, apenas sobreviviendo ante una tragedia inclemente.
Amanecí leyendo las sentidas palabras de mi hermana, con
lágrimas en los ojos y el corazón roto. No, no he podido evitar llorar desde
temprano, y aun ahora cuando logro escribir estas líneas. Antes, en este blog
he hablado de ella y de la labor que realiza junto a otros médicos cada día en el servicio de Neonatología del HUPAZ.
Ella, mi Herme sigue allí, como jefa de un servicio de neonatología que se
mantiene gracias a la entrega casi sacerdotal, al amor a su profesión y los “pacientitos”,
con un salario que no llega a los $10 por mes. Les dejo sus palabras para Johan, ojalá conmuevan almas, que
lleguen a organismos que realmente hagan algo por mi patria abandonada a su
suerte… como quedó Johan, injustamente, como tantos y tantos Johan a lo largo y
ancho de mi Venezuela.
“Querido Johan …como
quisiera que retrocediera el tiempo. Recuerdo cuando llegaste al hospital, venías
de sufrir una injusticia y, aun así, no te había contaminado con odio, ni
rencor, ni con desidia, ni con desesperanza… eras un ser genuino. Buen médico y
mejor persona, llegabas temprano, preparabas la revista, tratabas con respeto a
todos. Te acostumbraste y nos acostumbraste con sentido de responsabilidad y
pertenencia…con amor a lo que hacías. Un año en el Servicio se hizo corto y
empezabas tu sueño. Eras residente de postgrado, ese postgrado que querías, por
el cual habías luchado. Pero el sueño se quebró… y esta realidad que nos
atrapa, que hace todo tan difícil, hizo que por más que te entregaras lo mejor
de ti, la cuesta se empinara más y más hasta agotarte. Mi querido residente,
querido Johan, hoy no puedo evitar quebrarme …quisiera poder decirle a tu mami
lo orgullosa que debe sentirse de ti, que lo diste todo …hasta la última
fuerza, que dejaste en alto tu nombre por tu honestidad y tu lucha bonita, que regalaste
sonrisas a niños, a madres, a padres, a tus compañeros, que quería que ella siempre
fuera feliz. Mi querido Johan, a Dios le pido por tu descanso eterno, fuerza
para tu amada madre y familia y para tus compañeros. ¡Dios te bendiga!”
No hay comentarios:
Publicar un comentario