Creo que éste ha sido uno de los artículos que más me ha
costado organizar. Y es que los recuerdos de una Venezuela bonita se agolpan en
mi cabeza; intento ordenarlo todo, contándole a mi hijo cómo vivíamos, cómo
éramos, qué hacíamos en ese país donde él también nació… pero es inútil. Como
otras veces menciono, el realismo mágico pareciera ser un modus operandi propio
del Caribe y de quien se ha criado en un país instalado en el contrasentido.
Sin lugar a dudas, la memoria suele ser frágil, los
sentimientos juegan con los recuerdos y más cuando se atraviesa el exilio; por
lo que, como en otras oportunidades, y aferrándome a ellos, plasmo en blanco y
negro lo que aprendí, la historia de mi país que me enseñó mi padre, mi mejor
historiador, y por supuesto, lo vivido intensamente dentro y fuera de
Venezuela.
Precisamente estos días tomé un taxi en parte de mi ruta
camino del trabajo. El amable conductor creyó, por mi acento mestizo y mi tez
blanca, que era española; por lo que, como en muchas otras ocasiones, le
aclaré: “pero nacida y criada en Venezuela, a mucho orgullo”. Para mi sorpresa
me indicó: “¡Y tanto, es un hermoso país, lo visite hace más de 15 años!”. Así
pues, yo tirando de mis recuerdos, y él de los suyos, armamos una Venezuela en
12 minutos de recorrido.
Laguna Mucubají, Mérida. Andes Venezolanos |
El taxista me mencionó a su gente, con su hablar musical y
cantadito, suave para el peninsular. Me hizo gracia que fuera él quien dijera,
como quien da una lección de geografía, que Venezuela está al norte de
Sudamérica, y recordé la canción de Franco De Vita, venezolano, hijo de
inmigrantes italianos, de los llegados entre los 50’s-70’s, como millones de
españoles o portugueses. Hablamos de los 3.000 kilómetros de costa caribeña,
con islas de ensueño… cerré mis ojos y sentí por un momento en plena Barcelona
otoñal el calor del Caribe, el olor a salitre, sentí la suave y blanca arena y
me descubrí caminando hacia las pequeñas piscinas naturales, formadas por las
barreras de coral. Me volví a ver en los lanchones que conducían los señores
teñidos por el fuerte sol desde los cayos de “Morrocoy”, entre manglares,
viendo los colores turquesa del agua y los pájaros de colores revoloteando en
busca de comida. Comenté que desde el centro del país, mi esposo y yo nos
poníamos en pocas horas en los llanos, y en menos de un día alcanzábamos Los
Andes venezolanos, con pequeños pueblecitos donde podías parar a por una postal
de lujo; montañas con nieve en pleno trópico, con alturas que superan con
creces los 4.000 metros. Me recordé descalza, caminando frente a los Parques
Naturales Cachamay y La Llovizna, con la certeza de que me impregnaba en agua
bendita del río Caroní.
Esa era otra Venezuela, no la que vive la situación más
lamentable de su historia republicana con un colapso absoluto de la economía
del país. Desde los años 50’s hasta los 90’s, lideró la región con el PIB más
alto, y se situó entre los países en desarrollo más importantes del planeta.
Quizás alguien recordará «Thunderball», el libro de Ian Fleming llevado al cine
en la larga saga de James Bond, donde los malos mencionaban: “por razones de
prudencia las ganancias fueron convertidas en francos suizos y bolívares
venezolanos, ya que siguen siendo las monedas más estables y sólidas del
mundo”. Hoy, en plena crisis que sorprende a todos, somos testigos de un éxodo
de cientos de miles, que salen a pie por las fronteras “calientes” entre
Colombia y Brasil, y unos cuantos, que no pocos, por mar hasta las vecinas
islas neerlandesas, Aruba, Curazao o Bonaire, o por aire hasta países de
Centroamérica, Norteamérica o Europa. Según algunos artículos de diarios
ecuatorianos más de un millón de venezolanos entraron en su país vía Chile,
Perú o Argentina, de los cuales, más de 200.000 se han quedado en Ecuador y
antes en Colombia. Una cifra similar se estima que han emigrado a España, sin
contar a los que poseemos doble nacionalidad.
Pero, cómo de ese país en desarrollo, que duerme sobre una
de las reservas más importantes de petróleo, gas, coltán, hierro, bauxita y
piedras preciosas, hemos llegado a éste que muestran algunos periodistas en la
miseria más absoluta, donde miles de venezolanos mueren por desnutrición y todo
tipo de enfermedades, pues el desabastecimiento alcanza todos los sectores y
ámbitos de su vida… ¿Por qué tras años de bonanza, de democracia, llegó Hugo
Chávez al poder con el comunismo como mochila?
La Venezuela productiva —no solo en minerales, en granos,
ganado, papel, energía eléctrica, que se vendía al norte de Brasil, café,
industrias, universidades— se dejó devorar por el monstruo de la corrupción, el
que durante la época de la democracia, después de 1958, comenzó a minar cada
uno de los niveles y a todos los estratos sociales. Entretanto, en los años
60’s, la izquierda, apoyada desde la Cuba castrocomunista intentaba alcanzar el
poder a través de las guerrillas. En el primer gobierno de Rafael Caldera,
demócratacristiano (copeyano), quien gana la presidencia tras 2 períodos
socialdemócratas (Betancourt y Leoni), los guerrilleros pactan, bajan de las
montañas, abandonan las armas y entran activamente en política. Paralelamente,
estos guerrilleros, con sus ideas socialistas/comunistas, llegan a las aulas
universitarias.
En el primer mandato de Carlos Andrés Pérez (CAP), después
de Caldera, se nacionalizó la industria petrolera y nace PDVSA, que llegó a ser
una de las 5 empresas más importantes del mundo petrolero. Con este mandato
también se viralizó esa corrupción, “robar y dejar robar” era el lema de los
socialdemócratas o adecos para los venezolanos. Luego de CAP, en el segundo
mandato de los copeyanos, con Luis Herrera Campins, llega el viernes negro, es
decir, la primera devaluación del Bolívar, aquella otrora moneda fuerte, y se
crea el primer cambio paralelo en el país. A pesar de todo lo que significó, y
la enorme fuga de capitales que ocurrió en consecuencia, Venezuela pudo
recuperar parte de su productividad, y se fomentó el consumir venezolano. No
obstante, la corrupción siguió su curso imparable, incluso dentro del propio
gobierno de Herrera.
CAP vuelve a ganar el poder, y en este segundo mandato
implementa medidas duras y complejas, que de haberse llevado a efecto quizás
nos situarían hoy en una posición similar a la chilena. Es entonces cuando se
da el llamado “caracazo”, una revuelta social que fue controlada desde el
gobierno con los militares. Sin duda la crisis económica e institucional fueron
determinantes, pero luego se ha conocido que la mano de los Castro estuvo
detrás de todo ello. Durante este gobierno de CAP se aplicaron políticas
descentralizadoras y, entre otras medidas, se decretó la liberación de los
precios. Por muchos es conocido que también este gobierno, en 1992, sufrió dos
golpes de Estado, en los meses de febrero y noviembre. El primero de ellos
liderado por varios militares, entre los que se encontraba Hugo Chávez, quien
al constatar el fracaso se esconde en el museo militar, donde es apresado y
posteriormente sobreseído por Rafael Caldera en su segundo mandato. En la
memoria del venezolano sigue viva la imagen del Chávez esposado, pronunciando
un breve discurso ante las cámaras de los medios, quienes le ofrecieron en
bandeja de plata su promoción y propaganda en la ruta a la presidencia de la
República, que alcanza, finalmente, en diciembre de 1998. Antes de esto, ya
había pactado con Fidel Castro, en 1994, la entrega de Venezuela al régimen
genocida. Alcanza el poder por vías democráticas, para desmontar el Estado y
establecer el comunismo a lo largo y ancho del país.
Chávez llega con un discurso distinto, de cambio, que rompía
con ese bipartidismo y al que iba a llegar con los mejores para retomar la
senda de la productividad, sin olvidar las políticas sociales, alejándose del
liberalismo que supusieron los últimos años de CAP. Nos dejamos, como pueblo,
envolver por un encantador de serpientes, que daba respuesta a lo que
deseábamos escuchar. Y quienes nos opusimos a ello, quienes advertimos de lo
que iba a ocurrir si ese monstruo alcanzaba el poder, fuimos tratados de
ignorantes. Progresivamente la población fue dividida, se sembró un profundo
odio como forma de vida y el miedo y la represión como gobierno. Entre las
primeras medidas de Hugo Chávez como presidente estuvo la constituyente, crear
una constitución que le permitiera implementar sus políticas, cambiar
institutos, nombres y, quizás el más importante y determinante fue el del poder
judicial. Con esta constitución se crea un nuevo poder, el electoral, con el
cual desde entonces se han organizado todas las elecciones, manejadas y manipuladas
descaradamente bajo la sempiterna dirección del castrocomunismo. Se conoce que
Chávez perdió el referéndum revocatorio avalado por Monedero y el Centro
Carter, y las elecciones posteriores, incluyendo la de Nicolás Maduro, quien
llegó al poder para rematar la faena.
Actualmente, a la invasión cubana se han sumado los chinos,
iraníes y rusos. El país se sigue vendiendo a pedacitos, mientras las arcas
particulares de los dictadores se continúan llenando en paraísos fiscales.
Entretanto siguen los muertos, la inseguridad, la violencia y los tiros; ese
sonido sordo es la música que prima en todas partes, que no respeta a nada ni a
nadie. No hay medicinas, los alimentos llegan a ráfagas, y las personas van a
todas partes para buscar ese oro en forma de papel higiénico, aceite, arroz,
café, azúcar, champú, jabón… solo uno por persona, solo dos botellas por
persona. Sí, es una guerra, cruenta, cruel, sanguinaria, opresora… la misma
receta comunista aplicada desde siempre. Lo cuento, lo narro a mi entorno, y
aún hoy las caras de incredulidad de que todo esto ocurra y de que nada se
diga, nada se pregone al mundo, en pleno siglo XXI, no hace más que confirmar
el asco que me produce ese silencio cómplice sobre un genocidio en todos los
sentidos.
Pulicado en https://ataraxiamagazine.com/2018/12/01/venezuela-un-pais-en-la-memoria/