Recuerdo mis primeras lecciones de historia, estaban muy
ligadas a lo vivido por mis padres en la Venezuela de finales de los años 50,
en los que se sucedieron hechos que determinaron la huida del dictador Marcos
Pérez Jiménez a España un 23 de enero de 1958. A ambos les tocó vivir la
Caracas de esos años, los trabajos en la clandestinidad y la planificación de
una democracia cuyos líderes estaban presos o en el exilio. Mientras, todo un
pueblo luchaba a costa de sus vidas, en el mejor de los casos la libertad, a la
vanguardia se encontraba la Universidad Central de Venezuela, hoy con más de
297 años de historia.
Recuerdo haber nacido en “Democracia”, en una Venezuela
donde existía la separación de poderes “a pesar” del llamado “Pacto de Punto
Fijo”, pero que permitió la formación de los primeros partidos políticos y, a su vez,
la consolidación de los primeros años de democracia. El Legislativo, con un Congreso
de dos cámaras, senadores y diputados, el Ejecutivo, con el Presidente y sus
ministros, y el Judicial, con la Corte Suprema de Justicia y sus derivados
lógicos. Lastimosamente a la política de verdad, le ganó la politiquería, el
dinero fácil y la corrupción fueron dinamitando todo, hasta que se presentó un
“encantador de serpientes”. Fue un golpe de estado fallido, pero quedaron como
héroes debido a las ansias de poder de otros a quienes les convino que lo
fueran. Lo que viví desapareció. No existe. Actualmente Venezuela vive una de
las dictaduras mas lastimosas de toda Latinoamérica, no solo por el futuro
lógico que ha debido tener si se hubiese hecho caso lo de “sembrar el petróleo”,
dicho por el escritor, político, filósofo “Arturo Uslar Pietri”, sino por un
pueblo que prefirió escuchar lo que quería escuchar, sin tener presente los
principios de la democracia y de los DDHH.
Por diferentes razones profesionales me tocó estar
temporadas en Estados Unidos de América, donde la separación de poderes es
tácita, y de hecho, el Estado funciona paralelamente a la sociedad, y sirve a
ésta. En cuanto algún hecho de corrupción llama la atención de los medios de
comunicación, el “Cuarto Poder”, el aludido ha de renunciar a su cargo y a su
vida política.
Estuve una temporada en la Argentina pre-corralito, justo
una semana antes que todo “estallara” de una manera imparable: la
des-aceleración de la economía era terrible, la paridad peso-dólar insostenible. En la actualidad, un país con un suelo rico, sigue sufriendo los embates
de esa politiquería que no ha respetado la “separación de poderes”. Durante mi estancia, tuve la gran oportunidad
de estar en La Plata, ciudad fundada hace más de 100 años, planificada de
manera que los edificios de los poderes legislativo, ejecutivo, judicial y
eclesiástico están uno frente al otro, ninguno por encima, todos a la par.
A mi llegada a esta tierra de acogida, mi segunda patria,
España. Me sorprendió la forma de esta falsa democracia, donde la separación de
poderes no existe y no se elige a la persona sino al partido que gobierna. Pero
creo que esta crisis económica y social que estamos viviendo ha despertado a un
pueblo que se sentía satisfecho con lo que “se le daba”, mas no con lo que
tenía realmente.
He de sentirme afortunada, porque todo lo anterior me ha
dado una visión particular de la vida, y a su vez, a valorar la democracia
real, la verdadera, donde un poder es contralor del otro, donde ninguno ha de
estar por encima, como se propuso desde su inicio en la ciudad de La Plata. Que
el pueblo, los ciudadanos, no deben perder el norte de ello, han de educarse en
política, en democracia, para poder ejercer como tales.
Por otro lado, pienso que ese “Cuarto Poder”, los medios de
comunicación, donde actualmente las redes sociales juegan un papel fundamental,
han de ejercer las funciones para las que están llamados, deberían ejercer de
monitores, de “observadores” de todo cuanto ocurre. Pero, parte de este Cuarto
Poder, está secuestrado por unos partidos políticos que solo velan por sus intereses.
A pesar de todo ello, existe un país que sigue “en contrasentido”, que se
revela, opina, reacciona y más, propone. Es un país pro-activo, que se está
sintiendo, que está despertando. A la caza se encuentran esos “encantadores de
serpientes”, y hemos de ser cautos, cuidar de ese tesoro cual es la ciudadanía
activa, que está leyendo y se está formando, que está conociendo sus deberes y
también sus derechos, y actuar en consecuencia. Cada uno de nosotros, desde su
ámbito, en su radio de acción es parte ineludible de ese “Cuarto Poder”… somos parte de la “Separación de Poderes” y
su control.
Muy bueno...El punto de vista de la gente viajada siempre es más rico e interesante.
ResponderEliminarGracias Basi...
ResponderEliminarme ha tocado estar diferentes partes por razones profesionales; quizás el estar justo una semana antes que estallara "el corralito" en la Argentina de 2001 me marcó y mucho, aparte de todo lo vivido en mi país, todo lo que nos ha pasado... lo importante quizás de todo ello es quedarse con el aprendizaje, no siempre es fácil, pero es lo que realmente te llena y te ayuda a "crecer" como ciudadano del mundo...
he apostado por España, creo que el ciudadano está despertando, lentamente, pero lo está haciendo, solo espero que seamos mas pro-activos..
un abrazo grande!
Quizás en la actualidad, internet ha roto muchas de esas barreras. La prensa ya no se lee, solo se comenta en las tertulias radiofónicas y se citan en los telediarios. Es más divertido leer en Twitter todo lo que se muestra desde ese otro mundo digital libre y desde luego se conversa-e a toda máquina desde las redes sociales que son la fuente de razones, sabiduría y juicios anticipados de casi todo pensamiento. La prensa, el cuarto poder, ya no es como era, ahora su influencia es menos y afortunadamente muy aburrida. La prensa de color ha muerto, viva la prensa del poder.
ResponderEliminartal vez la prensa se lee diferente, y ha tenido que tomar la vía de la web, donde los ciudadanos han tomado mas protagonismo a través de las redes sociales, por eso hoy mas que nunca formamos parte de ese Cuarto Poder...
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Enrique, un abrazo